Los activos totales

Los activos totales se refieren a la cantidad total de activos que posee una persona o entidad. Los activos son elementos de valor económico, que se gastan con el tiempo para generar un beneficio para el propietario. Si el propietario es una empresa, estos activos generalmente se registran en los registros contables y aparecen en el balance general de la empresa. Las categorías típicas en las que se pueden encontrar estos activos incluyen:

  • Efectivo

  • Valores negociables

  • Cuentas por cobrar

  • Gastos pagados por anticipado

  • Inventario

  • Activos fijos

  • Activos intangibles

  • Buena voluntad

  • Otros activos

Dependiendo de las normas contables aplicables, los activos que componen la categoría de activos totales pueden o no registrarse a sus valores de mercado actuales. En general, las normas internacionales de información financiera son más adecuadas para declarar los activos a sus valores de mercado actuales, mientras que es menos probable que los principios contables generalmente aceptados permitan tal reexpresión.

Los propietarios pueden considerar sus activos totales para determinar cuáles se pueden convertir más rápidamente en efectivo. Se dice que un activo es más líquido si se puede vender fácilmente por dinero en efectivo y no líquido si no es el caso. El concepto de liquidez también se utiliza para la presentación de activos dentro del balance general, con las partidas más líquidas (como el efectivo) en la parte superior y las menos líquidas (como los activos fijos) más cerca de la parte inferior. Este orden de liquidez aparece en la lista de activos anterior.

Los activos también se clasifican en el balance general como activos corrientes o activos a largo plazo. Se espera que un activo corriente, como una cuenta por cobrar o un valor negociable, se liquide dentro de un año. Se espera que un activo a largo plazo, como un activo fijo, se liquide en más de un año.

Un adquirente potencial prestará especial atención a los diversos tipos de activos que figuran en el balance de una empresa objetivo. El énfasis estará en juzgar si el valor del activo indicado en el balance general corresponde al valor real de un activo, o si existen diferencias significativas. Si el valor real es menor, es probable que el adquirente reduzca el tamaño de su oferta. Si un activo tiene un valor más alto, el adquirente tendrá mayor interés en adquirir el negocio y, por lo tanto, puede aumentar su precio de oferta.

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