Cómo afecta la depreciación al flujo de caja

La depreciación no afecta directamente la cantidad de flujo de efectivo generado por una empresa, pero es deducible de impuestos y, por lo tanto, reducirá las salidas de efectivo relacionadas con los impuestos sobre la renta. La depreciación se considera un gasto no monetario, ya que es simplemente un cargo continuo al valor en libros de un activo fijo, diseñado para reducir el costo registrado del activo durante su vida útil. Al crear un presupuesto para los flujos de efectivo, la depreciación generalmente se enumera como una reducción de los gastos, lo que implica que no tiene ningún impacto en los flujos de efectivo. No obstante, la depreciación tiene un efecto indirecto sobre el flujo de caja.

Cuando una empresa prepara su declaración de impuestos sobre la renta, la depreciación se incluye como gasto y, por lo tanto, reduce la cantidad de ingresos imponibles que se informa al gobierno (la situación varía según el país). Si la depreciación es un gasto admisible para el cálculo de la renta imponible, su presencia reduce la cantidad de impuestos que debe pagar una empresa. Por lo tanto, la depreciación afecta el flujo de efectivo al reducir la cantidad de efectivo que una empresa debe pagar en impuestos sobre la renta.

Este efecto fiscal puede aumentar si el gobierno permite que una empresa utilice métodos de depreciación acelerada para aumentar la cantidad de depreciación reclamada como gasto imponible, lo que reduce aún más la cantidad de salida de efectivo para pagos de impuestos en el corto plazo (aunque esto deja menos depreciación a reclamar en períodos posteriores, lo que reduce el efecto fiscal favorable en esos períodos).

Sin embargo, la depreciación solo existe porque está asociada a un activo fijo. Cuando ese activo fijo se compró originalmente, hubo una salida de efectivo para pagar el activo. Por lo tanto, el efecto neto positivo de la depreciación sobre el flujo de efectivo queda anulado por el pago subyacente de un activo fijo.