Precio administrado

Un precio administrado lo dicta una entidad que puede reemplazar los efectos de la oferta y la demanda. Por ejemplo, una comisión reguladora del gobierno puede establecer el precio al que se cobrará la electricidad a los clientes. Del mismo modo, una empresa con un monopolio sobre una materia prima clave puede fijar un precio más alto que el que pagaría el mercado. O, un cartel petrolero fija el precio del petróleo más alto que el precio que fijaría un mercado que funcione libremente. Todos estos ejemplos son casos de precios administrados.

Los precios administrados pueden tener efectos negativos. Por ejemplo, cuando un gobierno local establece controles de alquiler, los propietarios deben cobrar alquileres más bajos que los del mercado y, por lo tanto, están menos dispuestos a mantener las propiedades. De manera similar, cuando un cartel petrolero cobra precios excesivamente altos, los usuarios reaccionan buscando formas alternativas de energía. Por lo tanto, los precios administrados tienden a deformar los mercados, provocando comportamientos inusuales por parte de los participantes.

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